miércoles, 17 de noviembre de 2010

Gracias Perú

8° latitud sur. A esta altura en la costa atlántica está Recife. Noviembre 7, pleno verano en el hemisferio sur y sigue haciendo frío. Dormimos tapados con el plumón y ni se nos ocurre meternos en el mar. Cuando planeamos el viaje pensamos que a esta altura estaríamos extrañando el aire acondicionado y no sabríamos dónde guardar la ropa de abrigo. Pero no es así. En Huaraz la gente nos dice que es invierno y no parece convencerse con el argumento que por debajo del ecuador en el mes de noviembre es verano.

De Paracas le apuntamos a Huaraz pasando por Lima. Sabíamos que la capital del país es famosa por su inseguridad así que decidimos no quedarnos. Cometimos el error de entrar en la ciudad y luego no sabíamos cómo salir. Estuvimos una hora y media pidiendo indicaciones que sólo nos llevaban a un nuevo embotellamiento. Hasta que finalmente dimos con nuestros salvadores: dos policías motorizados. Algo así como CHIPS pero con más onda, más temerarios. Nos dijeron que los sigamos que ellos nos iban a llevar hasta la salida de la ruta Panamericana norte. Prendieron las sirenas y se mandaron delate nuestro abriendo el tránsito. Escoltados por dos motos de la policía nos sentíamos como embajadores o estrellas de rock. Incluso en las intersecciones donde no había semáforo paraban el tránsito para que pasemos. Quedamos eternamente agradecidos a estos Baker (el rubio) y Poncharelo peruanos. Sin ellos todavía estaríamos luchando con taxis y minibuses.

Llegamos a Huaraz donde nos habían dicho que era uno de los mejores lugares del mundo para hacer trekking. Luego le agregaron la montaña más bella del mundo (Alpamayo), el mejor Pisco del mundo, el himno más hermoso del mundo, etc., etc. A esta altura ya nos dimos cuenta que los argentinos no éramos los más agrandados del mundo.

Nos instalamos en la plaza de la ciudad que para nuestra sorpresa era muy tranquila. Desde dentro de nuestra cama nos enterábamos de todos los acontecimientos que se festejaban. Así fue que no nos perdimos el aniversario de la escuela Albert Einstein de Huaraz y el Día de la Canción Criolla.

Fiesta del colegio Einstein

Día de la Canción Criolla

Hicimos los trekkings de las lagunas Churup y Llanganuco que nos parecieron normales. Lo que sí es una zona excelente para deportes de montaña. No pudimos esquiar porque los medios de elevación estaban cerrados fuera de temporada. También hay montones de cubres con muy buen acceso y de diferentes grados de dificultad. El único tema es que en temporada de lluvia, octubre a marzo, llueve prácticamente todos los días por la tarde así que estábamos limitados en lo que podíamos hacer.

Fuimos a escalar en roca a la laguna Antacocha. Un lugar hermoso y desolado con vías equipadas de hasta 180m. Por falta de información no llevamos suficiente equipo y no pudimos hacer cumbre aunque la pasamos muy bien.

Laguna Antacocha

En el camino de ida levantamos a una señora viejita que vivía en la montaña. Traía una bolsa de arpillera que cuidaba con recelo. Vimos que había algo adentro que se movía y le preguntamos.

Señora: Son cuyes (cobayos). Gordazos, recién comprados en el mercado.

Pao: En Argentina la gente los tiene de mascota, es como si te comieras a tu perro.

Señora: ¡Noooo! Están alimentados a pasto, bien dulces.

Para los que duden que los cuyes (cobayos) se comen, ahí va la prueba:


Foto de archivo. Cuzco 2008

Fuimos a las termas de Monterrey donde nos encontramos con este cartel:

Algo habrás hecho Jennifer

¡Qué chanchada habrán hecho Jennifer Aniston y Owen Wilson dentro de las termas para que los declaren personas no gratas!

También fuimos a escalar en deportiva a Hatún Machay que está a 4200msnm. Tiene más de 100 vías equipadas y buen acceso igual que Antacocha. A metros de las paredes está el refugio cuyo dueño es argentino. Junto con el refugiero Abraham, nos hicieron sentir como en casa.

Bosque de piedra de Hatún Machay

El segundo día, como siempre, se empezó a poner feo por la tarde y para nuestra sorpresa comenzó a… ¡nevar!

Inmediatamente nos invadió un deja vú y no sabíamos si estábamos en Calafate en invierno o en el norte de Perú en verano.

¿Hatún o Chaltén?


¿Chaltén o Hatún?

De ahí nos fuimos para Trujillo donde están las famosas ruinas de Chan Chan, la ciudad de adobe más grande de América prehispánica. La mayoría de los relieves de las paredes están restaurados con lo que pierde el sentido histórico. Por suerte la entrada no era cara (U$S 5 con guía). Lo que nos gustó fue la Huaca de la Luna. Era el templo de los Moches, cultura anterior a los Chimú quienes construyeron Chan Chan. Cada vez que moría el supremo sacerdote moche tapaban el templo con ladrillos de adobe y todo alrededor (en los 4 laterales y arriba) construían un nuevo templo. Como tuvieron 5 sacerdotes quedaron 5 templos uno adentro de otro como una mamushca. Entre el relieve y la pared de adobe quedó una capa de aire, por esta razón los relieves pintados de las paredes se mantuvieron en excelentes condiciones y todavía falta desenterrar la mayor parte. Supongo que en unos años cuando avancen más con las excavaciones va a ser realmente impresionante.

Ai apaec, el dios decapitador de los Moches

Seguimos para los balnearios del norte famosos por ser uno de los mejores lugares del mundo para surfear. Primero fuimos a Huanchaco donde el agua seguía helada y luego a Pimentel. Ahí cerquita está Lambayeque donde se encuentra el Museo de las Tumbas Reales de Sipán. Ya nos habían comentado de lo impresionante de este museo y no se quedaron cortos. Allí se exhiben los hallazgos de 14 tumbas de la cultura Moche. Entre ellas se encuentran las de dos supremos gobernantes y de un supremo sacerdote. Al morir no dejaban nada a sus herederos de manera que eran enterrados con todas sus pertenencias (incluidas mujeres y perro): collares, orejeras, estandartes, etc. de oro, plata y cobre. El museo construido expresamente está muy bien diseñado y con una seguridad acorde al valor de lo que guarda. Por ello es que no te dejan sacar fotos así que se las debemos. Creíamos que nos iban a matar con el valor de la entrada pero no resultó ser así, apenas U$S4 con guía.

En Sullana paramos en la estación de servicio Marcavélica a preguntar si nos podíamos quedar ahí a dormir pero en cuanto vieron la patente argentina ya nos estaban haciendo lugar. Los dueños resultaron ser 3 hermanos divinos: Violeta, Ronald y Jimmy. Ronald había estudiado en La Plata hace unos años, nos invitó a cenar a un restaurant chino y nos mostró toda la ciudad. Curiosamente allí también habían parado Herman y Candelaria Zapp en su viaje a Alaska y otros argentinos más que casual o causalmente terminamos sin saberlo en este lugar atraídos por la buena onda de esta familia. A la mañana siguiente no nos pudimos despedir de Ronald y Jimmy. En su lugar estaba Violeta que nos regalo dos bolsas gigantes de chifles (banana frita) y una cocucha de 3 litros para el viaje. Ya recibimos el mail de Ronald retándonos por no esperarlo para almorzar, queda para la vuelta.

Con Violeta, chifles y cocucha

Continuamos con el recorrido por los balnearios y en Órganos (no es joda se llama así) nos cruzamos con Majo y Lucho que viajan en combi hasta Mejico (www.kombisudaca.com.ar) y con Mariano surfista y pintor, super buena onda compartimos cena y anécdotas de viaje, como ya es costumbre con nuestra llegada también vino la lluvia pero no para tanto y así pudimos festejar el cumple de Magui con unas pizzas a la parrilla al aire libre que preparó magistralmente Lucho.

Lucho, el maestro pizzero

Reunión de la colectividad argentina de Organos

Finalmente llego el dia y luego de 7 meses de viaje Pao se metió al mar, con Majo se llevaron la cámara y estuvieron como dos niñas jugando y sacándose fotos, por cuestiones de espacio solo subimos 5 de las casi 70 que sacaron.

Las chicas se divierten

Nuestra última parada en Perú fue en Puerto Pizarro. No se porqué nos imaginamos que el pueblo iba a ser lindo pero no fue así. Lo que no tenía de atractivo el lugar lo tenían sus pobladores. Como siempre buscamos el cuartel de policía y nos estacionamos al lado luego de pedir permiso. De adentro de la camioneta escuchamos que un grupo de chicos intentaba hablar en inglés. Pao salío y desconfiados de su perfecto español preguntan: -¿Si son argentinos entonces porqué hay un gringo adentro?- Por supuesto ese era yo.

Luego salió el comisario a charlarnos. Después de tocar temas triviales pasó a su real interés: Dios y su intención de evangelizarnos. Arrancó con el profeta Abraham y no paró hasta el Apocalipsis. Nosotros no teníamos otro lugar donde dormir así que nos comimos hora y media de prédica del comisario pastor. Cuando empezamos a bostezar sin disimulo se dio cuenta que con nosotros no había caso, se despidió con un “que Dios los bendiga” y se fue a hacer la ronda nocturna.

Gracias Perú. Un país con lugares hermosos y gente más hermosa aún.